Siempre he sentido la presencia de algo más que mis simples pensamientos dentro de mi cabeza, algo que me acompaña a toda hora, que me hace mover inconscientemente alguna parte de mi cuerpo mientras razono o actúo, marcando un compás, un ritmo, repitiendo silenciosamente letras y versos. Es la música que me fue sembrada, casi a la fuerza, desde aquellos tiempos en los que el resto de mis sentidos apenas se comenzaban a desarrollar.
Mi padre y sus influencias musicales marcaron el inicio de una vida llena de música, por la cual me paseo con una conciencia inmersa en sonidos y acordes, recuerdos de ensayos, toques y conciertos. Mis valiosos discos y mis guitarras, parte de mi vida. Esta influencia es de esas que definen personalidades, de esas a las que no se puede renunciar y de las que me siento orgulloso y me sentiré siempre, así como mi padre siempre se ha sentido.
